A estas alturas, no nos hacemos ilusiones, pero no perdemos la ilusión.
Al final, ésto de las redes es sólo el medio de difundir las cosas que crees, quizás no siempre con razón, que merece la pena contar.
Hace años, bastaba con hacer una canción que molara, con una letra que, más o menos, pegara. Hoy nada de eso es suficiente.
Resulta que cuando tenia once años, todo lo que me pasaba lo tenía que terminar tocando con mi acústica. Con ella pase mis rollos buenos y mis malos rollos. Con dieciséis años mi padre me compro una Fender Bronco y, así hasta ahora.
Años después, el problema es saber que quieres contar. Parecía fácil, pero ahora cada una de tus letras son parte de tu vida y solo valen si son de verdad. Sólo, si eres capaz de transmitir una emoción que tienes dentro, aunque, a veces, la tengas que pintar.
Y al final, todo tiene sentido, y solo lo tiene, si unos cuantos de vosotros sois capaces de disfrutar o de ser un poquito mas felices con estas canciones.