A mediados de los ochenta, estrenaron una película que fue muy famosa, que se llamaba los Gremlins. En la tienda del viejo señor Wing, había una criatura encantadora, como de peluche, que se llamaba Mogwai. Una banda escocesa que me gustaba mucho, se puso precisamente ese nombre por ese bicho. El anciano chino no quiere venderlo, pero su nieto lo vende, aunque no sin antes hacer al comprador un montón de advertencias (no mojarlo, no alimentarlo por la noche y cosas así). En fin, luego vienen los amigos del chaval dueño del bicho, que no tienen tanto cuidado, y le derraman agua encima. Luego se arma la mundial.

Al lado de la plaza de la Cultura de San José de Costa Rica, en un puesto ambulante en mitad del ajetreo, he comprado mamón chino a uno dos dólares el kilo. Tienen un aspecto espectacular. Son como cerezas que han sufrido la misma transformación que los Gremlins. Por dentro el fruto es como una uva un poco más grande, con un hueso en medio, y es muy dulce. Me gustan mucho y sólo los tomo en sitios, más o menos exóticos, donde me los encuentro.

Me siento un poco como en casa aquí. Me recuerda el año y medio que me pase viniendo una semana al mes a Panamá, trabajando para el Banco Interamericano de Desarrollo para desarrollar sus normas del mercado de valores. De todo eso me quedaron algunos grandes amigos.

En fin, volvió el mamón chino! Y no es un tío!